....."… - Voy a cumplir cien años, y he visto cambiar todo, hasta la posición de los astros en el universo, pero todavía no he visto cambiar nada en este país –decía- . Aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas guerras cada tres meses, pero seguimos en la Colonia …"


lunes, 18 de agosto de 2008

Tiempos del cólera...
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........."Lo único que me duele de morir es que no sea de amor"



.........se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. Pero el examen le reveló que no tenía fiebre, ni dolor en ninguna parte, y lo único concreto que sentía era una necesidad urgente de morir. Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez mas que los síntomas del amor son los mismos del cólera. Prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios y sugirió un cambio de aires para buscar el consuelo en la distancia, pero lo que anhelaba Florentino Ariza era todo lo contrario: gozar de martirio.
Transito Ariza era una cuarentona libre con un instinto de felicidad malogrado por la pobreza, y se complacía en los sufrimientos del hijo como si fueran los suyos. Le hacía beber las infusiones cuando lo sentía delirar y lo arropaba con mantas de lana para engañar a los escalofríos, pero al mismo tiempo le daba ánimos para que se solazara en su postración.
–Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas – le decía–, que estas cosas no duran toda la vida.






......Luego, en un tono mas humano, preguntó si se conocía la causa del suicidio. El doctor Urbino le contestó con una palabra correcta que creyó haber inventado en se instante: gerontofobia. El doctor Olivella, pendiente de sus invitados mas próximos, los desatendió un instante para terciar en el diálogo de su maestro. Dijo: « es una lástima encontrarse todavía con un suicidio que no sea por amor ». El doctor Urbino no se sorprendió de reconocer sus propios pensamientos en los del discípulo predilecto.
– Y peor aún –dijo–: fue con cianuro de oro.





"El amor en los tiempos del cólera"
Gabriel García Máquez
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Homenaje

Durante años estuvo escrito en un cartel enorme, en la terraza de un edificio, en el cruce de las avenidas Córdoba y Cerrito, no sé a cuento de que.
Muchos lo leyeron, yo me lo guardé…


Orden general del 27 de julio de 1819

Compañeros del exercito de los Andes:
La guerra se la tenemos de hacer del modo que podamos: sino tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene de faltar: cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos trabajen nuestras mugeres, y sino andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios:
seamos libres, y lo demás no importa nada...
Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano, hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de corage.
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José De San Martín .........
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jueves, 14 de agosto de 2008

Correspondencia

La Habana, 7 de agosto, 1959

Mi querida familia:
Hace tiempo que trataba de escribirles pero créanme que solo por la anormalidad con que hemos vivido en nuestro país ha evitado que les escribiera, pues siempre tuvimos muchisimos deseos de estar en contacto con ustedes, ya que nos era imposible dar el saltito hasta allí.
Todas las cartas nos han alegrado mucho, pues por ellas nos enteramos de cómo es y vive nuestra familia, aunque lejos siempre, hemos tenido para todos ustedes un recuerdo cariñoso, ya que mamá y papá se han encargado de ello, siempre soñamos con conocer a abuelo, pero la vida se encargó de privarnos de ese placer. Acerca de ustedes no perdemos las esperanzas, pues todos somos jóvenes. Por otra parte, nuestro país entra en franco restablecimiento moral y económico, hombres con vergüenza , dignidad y capacidad manejan nuestro país, que había vivido siempre humillado y saqueado por ambiciosos sin escrúpulos que solo se preocupaban por hacer grandes […]
Ya estamos barriendo con todas las lacras sociales que nos agitaban. Además, el pueblo entero está de pie para defender lo que nos pertenece. Cuba es nuestra y nada ni nadie podrá arrancarnos lo nuestro, ni el gobierno ni el pueblo ignora que somos objeto de grandes campañas agresivas y que los grandes intereses creados están interesados por destruirnos, y hasta eso preferimos. La destrucción total de nuestra isla a vivir con la vergüenza de no poder ser gobernados libre y decentemente. Los últimos 7 años nos han enseñado mucho, el bandido y asesino de Batista nos dejó demasiado luto y hambre para que se nos olvide, hemos vuelto a recobrar el buen humor característico del cubano, ¡somos felices! Bastante que sufrimos y lloramos durante todo el tiempo que esa bestia estuvo atropellándonos.
Estén tranquilos que aquí el que tiene vergüenza puede vivir sin temores, y digan en donde les pregunten: Cuba es libre y su gobierno Humanista.
A mis primos, los jóvenes, q nos escriban y nos digan como viven y piensan q nos interesa.

Los quiere, Volga.



Ahí voy, La Habana. Esperame, por favor.



viernes, 8 de agosto de 2008

About a girl

Subte, Línea D, estación Plaza Italia. Yo me bajo ahí, ella sigue dos mas.
En Caterdral hablamos, "sos mi argentino preferido". Tardó en venir. Besos, caricias, dos días sin dormir, mucho dolor de cabeza.
Llegó, subimos. No quería que llegue, no quería subir. Pero llegó y subimos. Ahí terminó todo, cuando arrancó empece a temblar, ya no había regreso.
Casi no hablamos, solo pequeñas cosas, distracciones que no significaban nada. Yo no quería hablar, estaba en el borde, una palabra de mas y se me caían las lágrimas.
Llegamos a Agüero, "mirá, tu vieja parada". Me miró triste, yo sonreí, pero estaba aún mas triste que ella.
Ya no quise hablar mas. Antes de llegar me iba a decir algo, le tapé los labios con mis dedos para que no hable, no quería escuchar palabras de despedida, y mucho menos decirlas. Se resistió. Por suerte, dijo cualquier otra cosa.
No hablamos mas. Solo miradas, solo caricias, solo besos. Yo seguía temblando por dentro, cada vez peor. Llegamos.
Subte, Línea D, estación Plaza Italia. Yo me bajaba ahí.
Un abrazo, un beso enorme. Te quiero. Yo también. Nos vemos.
Mis manos en sus mejillas. Otro beso. Todavía veo esa mirada.
Me bajé rápido, mirando para adelante. Los sábados tarda un poquito mas en irse de las estaciones. Llegué a los pies de la escalera, paré y me di vuelta hacía el tren. No se habían cerrado las puertas, y yo ya estaba llorando. Se cerraron, se fue. No lo podía creer, se fue.
Subí a la realidad. Mi cara, empapada. Subía un chico grande llorando por las escaleras del subte, todos miraban, nadie entendía nada.
Agarré por Santa Fe, doblé en Borges, me senté en la puerta del edificio. Me calmé y toque timbre. Subí, nadie se dio cuenta. Dejé todo tirado, fui a la cocina, y estallé otra vez. "¿Que pasa Fede?". "Se fue, Juampi, no lo puedo creer". Otro abrazo, tan lindo como inesperado.
Me calmé, o algo parecido. Llagaron los demás, llegaron los actores. Armé la puesta, empezó el rodaje. "¿Luz?, ¿Cámara?… Acción."




Me miró a los ojos, profundamente, y puso otra vez esa carita de pícara, esa sonrisa maliciosa; sabía, desde antes de decirlo, que, como casi nunca, me iba a dejar callado.
- Besaste a una Yankee, ¿dónde están tus ideales?, me dijo.
Sonreí. No había respuesta posible. Solo sonreí, y la besé de nuevo.