....."… - Voy a cumplir cien años, y he visto cambiar todo, hasta la posición de los astros en el universo, pero todavía no he visto cambiar nada en este país –decía- . Aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas guerras cada tres meses, pero seguimos en la Colonia …"


jueves, 10 de septiembre de 2009

Zona Cero

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"...Hoy por hoy existen dos superpotencias en el mundo, una es Estados Unidos, la otra eres Tú..."

....................................................................................................................................................José Saramago
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La Zona Cero está en el alma de occidente,
cerca del corazón, en un solar de Manhattan.
Cayeron los gigantes. Lágrimas de septiembre.
Lágrimas de carne y metal.
El planeta contuvo la respiración. 

Los hijos del ocaso se armaron en respuesta. 
Que pena que no sepas repartir tu piedad. 
También que
cada herida en la piel de este planeta 
es una Zona Cero que llorar.
 
Y abres otra herida repitiendo el mismo error. 

La Zona Cero sangra en la ruinas de Kabul. 
Una boca sin dientes sonríe bajo un burka. 
La Zona Cero extiende sus manchas hacia
el sur
Y no hay septiembres ni lamentos 
para esta tierra agujereada por el fuego. 

Rodeado de alambradas, muy cerca de Belén, 
En plena Zona Cero nació el hijo de un dios. 
Los olivos se secan y
Palestina ve 
como bajo los escombros duermen 
palomas que se esconden del invierno. 

Y ahora tú, mi amor, 
pequeña gran superpotencia 
despiértame 
y dime que las cosas va a marchar bien. 
Que sembrarás de flores toda la ciudad. 
Que me harás temblar. 
Y ahora ven, mi amor, 
salgamos a la calle bien temprano 
para gritar 
que en nuestro nombre nunca deberán cortar 
las manos que sembraron, 
que dieron calor. 
Y si es en su nombre, 
yo maldigo a dios. 


Desde un hotel contempla la bella Scherezade, 
cegada por las llamas, las calles de Bagdagd. 
Las mujeres se esconden del lobo en Ciudad Juárez. 
Y en un semáforo de Río de Janeiro 
los niños comen plomo y papel de celofán. 

En África la Zona Cero hincha los vientres 
y llenará sus camas de sombras y delirios. 
Un indio en una selva hoy
sueña con serpientes
Y en un café de Grozni los más viejos 
lloran por la calma que no volverá.

................................................................"Zona Cero"
.............................................................
Ismael Serrano
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Escuchala en:  http://www.youtube.com/watch?v=muMrAAd4TRk
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miércoles, 19 de agosto de 2009

Basta.

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¿Sentiste alguna vez lo que es tener el corazón roto?, ¿Sentiste a los asuntos pendientes volver, hasta volverte muy loco?

Y hoy, que enloquecido vuelvo, buscando tu querer, no queda mas que viento.

¿Qué haré cuando te busque en la clase, y mi eco me responda al llamarte?

Amo tanto, tanto la vida, que de ti me enamoré, y ahora espero impaciente ver contigo amanecer. Si se acaba este milagro, si se consume mi voz, si me das un último portazo, ¿en qué calle moriré yo?

Si resulta que si, si podrás entender, lo que me pasa a mí esta noche: ella no va a volver y la pena me empieza a crecer, adentro.

Ella le había dejado, nos explicó sereno, y había decidido considerarla muerta, y brindar por su olvido y su descanso eterno, y celebrar su entierro de taberna en taberna.

Perdida la calma, se pone muy serio, cunde el pánico y le invade un horrible miedo. Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero. No te vayas nunca, no te vayas lejos".


Aturdido y abrumado por la duda de los celos, se ve triste en la cantina un bohemio ya sin fe. Con los nervios destrozados y llorando sin remedio, como un loco atormentado por la ingrata que se fue.

Ana, te veo y me declaro culpable de desear tu presencia más que desear la paz.

Puse precio a mi libertad y nadie quiso pagarlo.

No puedo dormir con esas lágrimas goteando encima de mí.

Porque si, porque si, porque si… porque mientras espero, por ti me muero.

Y la vida me parece una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme. De un tiempo a esta parte me cuesta tanto, tanto, tanto, no amarte.

No quiero llorar, no puedo llorar, no quiero llamar, no quiero pensar. Y lo único que hago es pensarte todo el día.

Rendido, empapado en alcohol y en su ausencia, sangrando la herida que ha abierto esta espera, gritando: "¿Dónde estás, rubia? Regresa".

Siempre supe que sin usted no podría sobrevivir, es más hambre que hambre, más sed que la sed peor.

No hago otra cosa que pensar en ti, y no se me ocurre nada.

Aquellos besos que ya no vuelven convierten mi vida en algo raro. Tus besos eran mi único faro, mi única luz.

No pienso quedarme llorando para mendigar. Soy una bolsa de locura y rencor, no te quiero ni cruzar...

A las heridas, dejarlas vivir. A las amigas, tenerlas ahí.

Quiero emborrachar mi corazón, para apagar un loco amor, que más que amor es un sufrir...

Es tarde y sin ti no quiero… no quisiera quererte, pero cuanto te quiero.

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.....................................................................................BASTA. (punto)


miércoles, 13 de mayo de 2009

La sonrisa de Brish

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  Se apodero de ella una infundada esperanza. Se levantó y se vistió. Aquí, en el pueblo, el día también empezaba yendo a comprar a la tienda leche, pan, panecillos. Pero esta vez, cuando llamó a Karenin para que la acompañara, apenas si levantó la cabeza. Era la primera vez que se negaba a participar en una ceremonia que antes era el primero en exigir. 
  De modo que se fue sin él. «¿Dónde está Karenin?», preguntó la dependienta, que ya tenia el panecillo preparado para él. Esta vez se lo llevó Teresa en la bolsa. Nada más llegar a la puerta lo sacó y se lo enseño. Quería que fuera por él. Pero se quedó acostado, sin moverse.
 
  Tomás se dio cuenta de lo afectada que estaba Teresa. Cogió el panecillo con los dientes y se puso a gatas delante de Karenin. Se acercó lentamente a él.
 
  Karenin lo miraba, parecía que alguna chispa de interés le iluminara los ojos, pero no se levantaba. Tomás acercó su cara justo hacia la boca de él. Sin mover el cuerpo, el perro cogió con los dientes la parte del panecillo que sobresalía de la boca de Tomás. Entonces Tomás soltó el panecillo para que Karenin se lo quedase todo.
 
  Tomás, que seguía a gatas, retrocedió, se agachó y empezó a gruñir. Simulaba querer pelear por el panecillo. En ese momento el perro le respondió a su amo con un gruñido. ¡Por fin! ¡Cuánto habían tenido que esperar! ¡Karenin tiene ganas de jugar! ¡Karenin aún tiene ganas de vivir!
 
  Aquel gruñido
era la sonrisa de Karenin y ellos querían que la sonrisa durase el mayor tiempo posible. Por eso Tomás volvió a acercarse a él a gatas y mordió un trozo de pan que sobresalía de la boca del perro. Sus caras estaban juntas, Tomás sentía el olor del aliento del perro y en la cara le hacían cosquillas los largos pelos que le crecían en el hocico a Karenin. El perro volvió a gruñir y dio un tirón con la boca. Cada uno se quedó con una mitad del panecillo en la boca. Y entonces Karenin volvió a cometer un viejo error. Soltó su mitad del panecillo y quiso apoderarse de la mitad que tenía su amo en la boca. Olvidó, como siempre, que Tomás no era un perro y tenía manos. Tomás no soltó el panecillo de la boca y levantó del suelo la mitad que Karenin había dejado caer. 
  – Tomás –gritó Teresa– , ¡no irás a quitarle el pan!
 
  Tomás dejó caer las dos mitades al suelo delante de Karenin, que se tragó rápidamente una de ellas y se quedó con la otra en la boca, enseñándola para jactarse ante el matrimonio que había ganado la lucha.
 
  Volvieron a mirarlo y a pensar que Karenin reía y que mientras riera seguiría teniendo un motivo para vivir, aunque estuviera condenado a muerte.

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La insoportable levedad del ser
(Séptima parte: La sonrisa de Karenin)
Milan Kunder
a

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Ayer, 13 de mayo, (de 2008) desgraciadamente, tuvimos que matar a Brish.
No hay manera, en estos casos, de saber cual es el momento preciso de hacerlo. Brish todavía sonreía. Sé que quería quedarse con nosotros, me lo decían sus ojos y la expresión de su cara, aunque el cáncer y casi todo el resto de su cuerpo gritaban con entusiasmo lo contrario.
También sé lo que queríamos nosotros, mantenerla 'sonriendo' el mayor tiempo posible, que, de hecho, fue lo que hicimos o tratamos hacer de la mejor manera. Y creo que ella también, a pesar del sufrimiento y el dolor que le causábamos para ayudarla, sabía lo que queríamos nosotros.
Después de este final horrible, nos queda el consuelo de haber disfrutado durante nueve años de su maravillosa compañía, de haber disfrutado de cada ladrido, de cada enojo, de cada destrozo, de cada gruñido, de cada una de sus miles de sonrisas…
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Martes 13 de Mayo de 2008 de Mierda.
Mayo de 2008 de Mierda.
2008 de Mierda.
Mierda.

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domingo, 5 de abril de 2009

En estos tiempos...

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"...y hay quien nos dice que no es tiempo,
para hablar de la utopía,  
ni de revoluciones,  
que es un anacronismo cantarle a la trova,
nombrar a Guevara..."
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"...y mientras golpean tu fe,  
y tu futuro en su fragua..."

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viernes, 13 de marzo de 2009

Un año y cinco meses

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Como a mitad de marzo me lo encontré en la calle, de casualidad. No había pasado mucho tiempo, pero tampoco la historia era tan cercana, le costaba olvidarla.
Lo saludé, como siempre, hablamos de algunas cosas, de lo de siempre, que la facu, que la familia, que el trabajo. Yo no quise sacar el tema, me sorprendió encontrarlo mal, aunque ya sabía que estaba mal. Pensé que lo había esquivado, pero cuando ya me estaba por despedir, me miró a los ojos, y, con un silencio, me pidió que le pregunte…
- Me entere de que no andan muy bien las cosas con la morocha…
- No. En realidad no andaban bien. Ahora, directamente no andan.
- Uh. ¿Qué pasó? Pensé que no era nada grave.
-Le dije-, tratando de hacerme el sorprendido.
- No sé bien. Salíamos y que se yo, estaba copado, pero se cortó. La última vez que nos vimos me dijo que “nos fuimos dejando”. Pero no, es bastante condescendiente eso, de su parte. En realidad me dejó y punto.
- Bueno, no sé que decirte… me agarrás de sorpresa, y encima soy muy malo para estas cosas, vos sos el que sabe de minas.
- ¿No te habían contado las chicas?
- No, sabía que andaba algo mal y listo, ni me había preocupado.
- Es una porquería esto, no sé para que insisto. Y encima era una amiga.
 
Yo seguía sin saber que decirle. Me quería quedar con el, hablando toda la tarde, y al mismo tiempo tenía ganas de salir corriendo. Estaba incómodo, dejé de emitir palabras, lo dejé hablar a el, para que deje de autocastigarse cuando quiera, y deje que me vaya, pero fue peor. Se quedo en silencio.
Al rato, después de estar callado, me dijo algo que todavía no le había dicho a nadie, algo que le dolía demasiado y que, supongo ahora, también le daba algo de vergüenza.
- ¿Te acordas del ex novio? Ese que trabajaba en un cine, y no sé en que mas.  
- Si, ¿Como no me voy a acordar? Salió como un año y medio con ese, se estaban por ir a vivir juntos cuando lo dejó.
 
Y como si eso fuera poco, sonreí y agregué:
- Era un imbécil ese pibe, no se lo aguantaba nadie. Las chicas no lo podían ver, si era un embole, no salía a ningún lado, no hablaba con nadie. Y encima, creo que le metió los cuernos.
Ese si que era un verdadero imbécil. No se como le duró un año y medio.

Al fin me callé, y me miró casi llorando. Al principio no entendí nada, pero después de mirar al cielo, y quedarse callado otra vez, al fin me contestó…
- Si, yo pienso lo mismo… Desde siempre, desde antes de la historia con ella, desde que era mi amiga. 
Pero salió
solo un mes conmigo, Noviembre… Solo ese mes. Vos, ahora, después de todo lo que le dijiste al pibe, me vas a tratar de convencer de que no lo soy, pero todo bien, es así y es lo que siento.
Me guste o no,
soy un año y cinco meses más imbécil… mas imbécil que el imbécil del ex novio.
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Lejos los besos, suelto los perros…
Mi puerta de solo a un infierno.
La luz de tus ojos, esculpe mis versos.
Te veo y amaina el invierno…
Sin vos, así, me acuesto y quisiera dormir… por siempre.

Me darás mil hijos
"Invierno"

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miércoles, 25 de febrero de 2009

Acerca de Jorge Pizarro, el "vacío de cerebro", la Policía en todas las esquinas y mi vecino menemista

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Cae la tarde en Sarandí después de un día tranquilo. Para los que no lo conocen, es un barrio común, casas bajas, poco tránsito, poco ruido, pocas nueces, poca gente. Un lindo barrio, aunque solo estoy hablando del mío, uno de los tantos barrios de Sarandí, que es muy grande. Habría que definir, como tantas veces quisimos hacerlo entre amigos, pero sin llegar a nada, lo que es un barrio, el barrio de uno… ¿es la manzana en donde vivo y algunas que la rodean? Y si es así: ¿Cuántas manzanas de todas las que lo rodean? ¿Es las cuadras por donde yo mas suelo andar y, por ende, los lugares en que mas vecinos conozco? ¿Es los lugares por los que andaba en bicicleta cuando era chiquito y empezaba a andar solo por la calle? ¿O es, tan solo, evitando el plano sentimental de las anteriores hipótesis, lo que la delimitación oficial de las calles indica?
Sea lo que sea, mi barrio es un lugar en donde vivo desde casi siempre, y en que vive mucha gente que conozco, que fue creciendo conmigo. Unos nacieron, otros crecieron, otros se hicieron viejos y otros se fueron muriendo. Mi barrio es un lugar que, además de vecinos, tiene problemas, como todo barrio. Problemas graves.
En esa tarde, normal y hermosa, que estaba cayendo en Sarandí, dos vecinos tocaron el timbre de mi casa para charlar sobre uno de los problemas: la inseguridad.
A uno de los vecinos no lo conozco, y al otro si, es el de acá a la vuelta, mi vecino menemista. Resulta que un grupo de ellos, harto de los robos a los que somos sometidos, a veces unos, a veces otros, venía a hablarle a mi viejo sobre algunas medidas que se estaban empezando a tomar para parar estos hechos.                                                                 
En primer lugar, le contaron sobre una asamblea vecinal que se estaba llevando a cabo, y lo invitaron a participar de la próxima, a la que había prometido asistir el comisario de la zona y el secretario de seguridad del partido, o alguien con un cargo de ese estilo. Nunca entendí bien para qué era la asamblea, aunque deduzco que era para contarle a estos dos señores los problemas de inseguridad que se están sufriendo, cosa que, a esta altura, deben tener más que clara.
En segundo lugar, le preguntaron a mi viejo si no quería ser el “delegado de la cuadra” de un sistema que creo ya se había empezado a utilizar en otras cuadras del barrio. El sistema era, o es, bastante simple: si un vecino ve “algo raro” en su cuadra, hace una cadena telefónica en la cuadra para avisarle al resto de los vecinos y luego avisa al delegado de las otras para que esté alerta, y estos repiten la cadena en sus respectivos lugares. Y supongo que, también, este “delegado de la cuadra” tendría como tarea llamar a la policía.
Como ya dije, algo simple: Hay un ladrón en la cuadra, un vecino se alarma, le avisa a todos, le avisa a la policía, viene la policía, lo agarra y se lo lleva detenido.
En principio, el sistema no estaba mal. Se me ocurrió que si funcionaba como la teoría dice, iba a andar bárbaro y como resultado iba a dar el fin de los robos.
Después lo pensé mejor. Me puse a recordar todas las veces que me robaron en la calle, y me di cuenta de que, dada la rapidez con que ocurren estás cosas y la rapidez con estos pibes se escapan, para que un vecino vea el momento preciso en que a uno lo están robando, debería estar todo el día mirando por la ventana. Pero no puede, porque tiene que trabajar, cocinar, estudiar… hacer su vida, en definitiva, y nadie le pagaría nada por hacer semejante trabajo.
Entonces seguí pensando, y pensando, y pensando, hasta que me dije a mi mismo, por dentro, muy lentamente: “persona que vigila todo el tiempo, está preparada para eso y le pagan por hacerlo… debería se un…” ¡Eureka! Lo descubrí, lo que mis vecinos proponen, en el fondo, es que pongamos un policía en cada esquina.
¡Sería perfecto! Ponemos un policía en cada esquina y se acabaron los robos en la calle, los asaltos a los negocios, los robos en las casas… se acabaría todo. ¿Cómo no se les ocurrió antes?
Pongamos absolutamente a todos los policías del partido de Avellaneda a vigilar las calles de Sarandí, y si hacen falta mas los traemos de otro lado, porque Sarandí es muy grande, como ya dije antes, y tiene muchas esquinas.
Es fácil, vamos a la asamblea revolucionaria vecinal y le exigimos a estas dos personalidades que cumplan con el revolucionario plan. Nuestro barrio pasaría a ser el modelo de seguridad de todos los barrios, y el barrio al que todos quisieran copiar, de un día para el otro se acabaría el problema, sería perfecto, pero… no.
Me olvidé de algo. Tengo amigos en otros barrios del partido… Y si ponemos a todos los policías del partido de Avellaneda a vigilar Sarandí, los ladrones van a ir a robar a otro barrio. ¡Ya sé! Cuando los ladrones se van para Villa Dominico, por ejemplo, les mandamos a toda la policía para allá. Pero no, porque los vecinos de la asamblea van a decir que el plan revolucionario lo inventamos nosotros, por lo tanto es nuestro, y no tenemos por que regalárselo a los giles de Villa Dominico. Y además, en el caso de que nos copemos, y se lo prestemos un ratito, todos sabemos que los ladrones no son boludos, y cuando esté toda la policía allá, van a venir a robar a Sarandí.
Y lo peor de todo es que, una vez que el policía detiene al ladrón y se lo lleva a la comisaría, el tipo sale en un ratito porque es menor, o porque no había hecho nada tan grave como para quedarse.
Otra vez problemas…
Pero siempre hay una solución para todo. Después de días de pensar y pensar sin que se me ocurriera nada, la solución llegó de casualidad. Pasé por la cocina de mi casa mientras mi vieja cocinaba, y estaba la televisión prendida en canal
nueve. Justo estaba hablando Jorge Pizarro sobre un problema que se había suscitado en la famosa “Villa 31” de Retiro. Resulta que unos cuantos vecinos de la villa habían cortado la autopista Illia por un reclamo acerca de unas nuevas medidas, con olor a disputa política entre el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la que se proponía demoler unos centenares de viviendas.
Resulta que el señor Pizarro estaba muy enojado porque unos cuantos “vacíos de cerebro” habían tenido dicha autopista cortada por horas, perjudicando así a miles de automovilistas de los que trabajan.
Entre otras cosas, dijo que habría que mudarlos del barrio más caro de Buenos Aires, esto, supongo, porque como todos sabemos, para vivir en uno de los barrios mas caros, uno no puede ser “vacío de cerebro” y si no entendí mal, dijo que había que mudarlos a otras zonas, como el conurbano.
Si lo hubiese dicho unos días antes, cuando el plan revolucionario estaba en la cresta de la ola, no me hubiese importado mucho, pero ahora que en el conurbano estamos otra vez a merced de los ladrones, las palabras de este hombre me empezaron a preocupar bastante.
Me parece que un “vacío de cerebro” es alguien, seguramente hijo y nieto de otros “vacíos de cerebro”, que vive en una villa, que cuando era chico nunca fue la escuela porque son unos vagos y es más fácil salir a pedir monedas o vender cositas en los medios de transporte y después darle la plata al padre para que compre vino, se emborrache, y lo cague a trompadas a el, a sus cuatro, cinco, seis o siete hermanitos, en el mejor de los casos, a la madre, y a todo el que se le cruce o, en un caso diferente, se gaste la plata en comprar pegamento y aspirarlo.
Según tengo entendido, estos “vacíos de cerebro” empiezan a robar desde muy chicos, un poco después de empezar a gastar la plata en drogas, y mucho después de vivir bajo cuatro chapas, hacinados y, como ya dije antes, a los golpes. Y parece que recién después de aprender todo eso, se dedican a cortar la autopista Illia y molestar a la gente que no es vaga y fue a la escuela.
Me fui del tema de la inseguridad en mi barrio, aunque no tanto, así que vuelvo.
Pizarro seguía hablando y yo lo escuchaba atentamente, ya medio aburrido, porque muchas de las cosas acerca de los “vacíos de cerebro” ya las había aprendido mirando otros noticieros, programas de política y, mas que nada, hablando con mi vecino menemista.
Pero entre tanta palabra, de repente, dio en la tecla. Pidió que la policía se pare en la puerta de la villa y no deje entrar o salir a nadie. En realidad, el lo dijo para que no entre ni salga nadie con elementos de construcción, que era el tema que había suscitado toda la polémica, pero a mi se me ocurrió que podíamos cercar las villas de Avellaneda, y que no entre ni salga ningún “vacío de cerebro”.
Ahora si, se acabó la inseguridad. Otra vez, de un día para el otro, se acababa el problema. Me puse a escribir el plan, que iba a hacer estallar en aplausos a la asamblea vecinal, e iba bastante bien, pero empezaron a aparecer dificultades de nuevo.
El primer problema constaba en que si poníamos a toda la policía de Avellaneda a cercar las villas, no iba a quedar nadie para controlar a los “no vacíos de cerebro” que viven afuera, que tienen mucha escuela, universidad, casa, comida y un lindo auto, pero parece que para resolver problemas son bastante boluditos y se agarran a piñas en la calle por si pierde Boca o por si gana River. Y eso sin contar a los “no vacíos de cerebro” mas chicos, que tienen todo lo que necesitan y se destrozan contra un poste corriendo una picada en la calle, arrasando a los pobres giles que justo pasaban por la vereda, y se matan a piñas en la puerta de los boliches de moda porque “mi novia es mas linda que la tuya”.                                                                                                                                                                                         El segundo problema es que adentro de las villas no viven solamente estos “vacíos de cerebro”, sino que vive gente que todos los días trabaja, que todos los días va a la escuela, que todos los días cría a sus hijos.
Al principio no entendía bien ¿Cómo que hay villeros que trabajan? Si yo había escuchado en la tele y me habían dicho en el barrio que son todos unos negros de mierda.
Pero no, hay gente que trabaja. El problema estaba en que si dejábamos salir a esta gente, los otros iban a salir camuflados entre ellos, y ya estábamos en la misma de antes.
Y como si estos problemas fueran pocos, me quedaba que ahí cercados, estos “vacíos de cerebro” iban a procrear a mas “pequeños vacíos de cerebro”, que a su vez iban a crecer y procrear a otros “pequeños vacíos de cerebro” y, otra vez, toda la historia de antes.
Mi segundo plan funcionaría peor que el primero.
Definitivamente, no entendía bien por que estos planes con soluciones mágicas de un día para el otro no funcionaban, así que me puse a pensar… Y justamente, pensando, me di cuenta de algo terrible. El problema es que todo el tiempo me bombardean con soluciones fáciles y rápidas.
Me puse a pensar en como los cuatro pibes de entre quince y veinte años que casi me llenan de balas para sacarme el celular y una campera llegaron a este punto. Sacando cuentas, muy fáciles, llegué a la conclusión de que estos chicos crecieron en los noventa, la época en que todo era importado y lindo, la clase se media se comparaba autos, la media alta viajaba a Europa, Menem y sus secuaces regalaban al Estado completo, las fábricas cerraban y los obreros, los pobres, iban a la calle a ver como sobrevivían.
La época en que la deuda externa aumentaba, en dólares, al ritmo del hambre, para pagar los lujos de unos pocos, mientras muchos miraban de costado, para poder seguir comprando los productos del mundo en cómodas cuotas.
La época en que mi vecino menemista, el mismo que ahora pide policía para los pibitos, en lugar de pensar en lo que estaba pasando, me quería enseñar que el neoliberalismo venía a modernizar el país y que Domingo Cavallo era un genio.
¿Como podría mandar un padre sin trabajo a sus hijos a la escuela? ¿Debería gastarse la poca plata que tenía para que coman, en caso de tenerla, en guardapolvos, mochilas y cartucheras? ¿Cómo podría darles de comer sin mandarlos a trabajar a los subtes?
Antes creía que ser menemista era estar equivocado, ahora pienso que ser menemista es ser hijo de puta.
Quizá, en el mejor de los casos, estos chicos fueron víctimas del saqueo de los noventa. O quizá no, porque esta historia de hambre y miseria viene de mucho antes…
Resulta que las Villas (que ahora se llaman “Villas Miseria”) se formaron en las grandes ciudades luego de inmigraciones internas, por culpa de políticas nefastas de los diferentes gobiernos que nos fueron tocando.
Resulta que los que vinieron a vivir a estas Villas eran, en su mayoría, campesinos que no habían podido ir a la escuela, no por vagos, sino porque el estado no los proveía de ese derecho y, además, porque para comer todos los días, desde muy chicos tenían que ir a trabajar a los campos de unos señores, que se llaman “terratenientes”, muy adinerados, con estudio y capacidad para los negocios, pero con un absoluta incapacidad para ver las atrocidades a las que sometían a los demás.
Resulta que cuando estos inmigrantes llegaron acá, en busca de una oportunidad que los salve, terminaron estando peor que en el lugar en donde estaban antes, y fueron los pobres tipos a los que les tocó empezar con esta terrible cadena de desgracias.
Cuando me puse a pensar, llegué a varias conclusiones. La primera, que para solucionar los problemas, hay que pensar. Y leer, y saber.
Me di cuenta de que en la tele, en la radio y en la escuela, no nos dicen bien como son las cosas.
Resulta que los llamados “vacíos de cerebro” por este periodista, son personas (si, son personas) que quedaron rehenes de un sistema que cada día los aplasta mas.
Tristemente, me di cuenta de que no hay mucha gente, muchos “no vacíos de cerebro”, dispuestos a pensar, y mucho menos a pensar en los demás. De que hay mucha gente nadando en la superficie, y muy poca dispuesta a llegar al fondo de las cuestiones…



La semana que viene, cuando vaya a la asamblea vecinal, les voy decir que no tenemos que pedir más patrulleros ni policías, sino que tenemos que pedir más escuelas y docentes.
Que si le damos la oportunidad a estos pibes, esa que nadie le dio ni a sus abuelos ni a sus padres, ellos solitos, después, van a educar a sus hijos.
Que si empezamos a educar a los pibes, en vez de perseguirlos y extenderles la agonía, dentro de un par de años ya no vamos a tener mas problemas.
Les voy a decir que los “vacíos de cerebro” no son los que nunca tuvieron la oportunidad de ser educados y vivir dignamente, sino los que sí la tuvieron y ahora en vez de usar la cabeza para pensar en como resolver los problemas, la usan para ganar plata y aprovecharse de los mas pobres.

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