....."… - Voy a cumplir cien años, y he visto cambiar todo, hasta la posición de los astros en el universo, pero todavía no he visto cambiar nada en este país –decía- . Aquí se hacen nuevas constituciones, nuevas leyes, nuevas guerras cada tres meses, pero seguimos en la Colonia …"


sábado, 6 de septiembre de 2008

Lanarquismo


–Que nombre raro, Luvi, ¿no?
–Si, nombre destranjero. Era alemán o italiano, pero no sé, porque no era italiano como mi padre. Decía que era de una parte rara, que ahora no sé. Luvi. Eso é. Vino, hizo alguno trabajito de mecánico, arregló uno motore, algo en una trilladora. Sabía de todo. Y de noche, al galpón de los pione esplicaba lanarquismo.
–¿Lanarquismo?
–Si, leía un librito que tenía y esplicaba.
–¿Y qué es el lanarquismo, Carlucho?
–Yo soy un bruto, ya te dije. ¿Qué queré? ¿Qué tesplique como Luvi?
–Bueno, pero decime algo. Era un cuento como ese que me contaste de Carlomano.
–Pero no, sonso. Otra cosa.
Tomó mate y se concentró profundamente.
–Te voy a hacé una pregunta, Nacho. Atendé bien.
–Sí.
–¿Quién hizo la tierra, lo árbole, lo río, la nube, el sol?
–Dios.
–Bueno, está bien. Entonce son pa todo, todo tienen derecho a tené lo árbole y a tomá el sol. Decime, ¿lo pájaro tiene que pedile permiso a alguien pa volá?
–No.
–Puede andá y vení en el aire, y hacé el nido y tené la cría, ¿no é así?
–Claro.
–Y cuando tiene hambre o tiene que alimentá lo pichone va y busca alguna cosita, alguna semilla y se lo lleva. ¿No é así?
–Claro.
–Y bueno, el hombre, esplicaba Luvi, é como el pájaro. Libre de í y de vení. Y si tiene gana de volá, vuela. Y si quiere hacé un nido, lo hace. Porque la semillita y la paja pa hacé el nido, y el agua pa bañarse o pá tomá son de Dio y Dio la hizo para todo el mundo. ¿Entendé todo eso? Porque si no entendé no podemo seguí adelante.
–Sí, lo entendí.
–Muy bien. Entonce, ¿por qué uno poco tienen que apoderarse de la tierra y lotro tenemo que trabajá de pione? ¿De dónde sacaron ese campo? ¿Lo fabricaron ello?
Después de pensarlo un poco, Nacho dijo que no.
–Muy bien, nacho. Quiere decí entonce que lo robaron.
Nacho se sorprendió muchísimo, ¿Cómo, los ladrones no iban a la cárcel? Carlucho sonrió con amargura.
–Esperá, sonso, esperá –comentó–. Te estoy diciendo que esa tierra la robaron.
–¿Pero a quién se la robaron, Carlucho?
–Y qué sé yo. A lo indio, a la gente antigua. No sé. Ya te dije que soy un bruto, pero Luvi sabía todo eso. Ademá, pensá un momentito. Suponé (é un suponé) que mañana desaparecería todo lo pione de campo. ¿Me queré decí vo que pasaría?
–Y, no habría gente para trabajar en el campo.
–Esato. Y si nadie trabajaría en el campo no habería trigo y sin trigo no habería pan y sin pan todo el mundo no podería come. Ni lo patrone. ¿De donde iban a sacá el pan, si me podé decí?
Ahora atendé bien porque vamo a dar otro paso. Suponete también que desaparecería lo zapatero. ¿Qué pasaría?
–No habría más zapatos.
–Esato. Y ahora suponete que desaparecería lo albañile.
–No habría más casas.
–Muy bien, Nacho. Ahora yo te pregunto que pasaría si mañana desaparecería lo patrone. Lo patrone no siembran el mai ni el trigo, ni hacen lo zapato ni la casa, ni levantan la cosecha. ¿Me podé decí un poco lo que pasaría, si se puede sabé?
Nacho lo miró con asombro. Carlucho lo consideraba con una sonrisa de triunfo.
–Andá, decime lo que pasaría si mañana desaparecería lo patrone.
–Nada –respondió sorprendido Nacho de la enormidad–. No pasaría nada.
–Ni má, ni meno. Ahora fijate a una cosa que esplicaba Luvi: lo zapatero pa hacé lo zapato necesitan el cuero, los albañile necesitan lo ladrillo, lo pione necesitan la tierra y la semilla y lo arao. ¿Cierto?
–Si.
–¿Pero quién tiene lo cuero, lo ladrillo, la tierra, lo arao?
–Los patrones.
–Esato. Todo está a mano de la patronal. Por eso lo pobre estamo esclavisao. Porque ello tienen todo y nosotro no tenemo nada, má que lo brazo pa trabajá. Ahora vamos a da otro paso. Así que atendeme bien.
–Si, Carlucho.
–Si nosotro lo pobre no apoderamos de la tierra y de la máquina y del cuero y de lorno de ladrillo, podemó fabricar zapato y levantá construccione, y sembrá y cosechá, porque pa eso tenemos lo brazo. Y no habría pobreza ni esclavitú. Ni enfermedá. Y todo podríamos ir a la escuela.
Nacho lo miraba con asombro.
Carlucho arregló las revistas y los cigarrillos, pero su mente estaba vuelta a su interior. Hacía un gran esfuerzo mental, pero su voz estaba desprovista de rencor: era serena y cariñosa.
–Mirá, Nacho –prosiguió–. Todo é muy simple. Luvi lo esplicaba todo con el librito y poniendo cosita en el suelo. Así y así: que esta piedrita é la fábrica, que este mate é la máquina, que este porotito somo lo pione. Y te digo que esplicaba como no habría má enfermedá, ni tísico, ni miseria, ni esplotación. Todo el mundo tendría que trabajá. Y el que no trabaja no tiene derecho a viví. Bah, testoy hablando de lombre y mujere sano. No te hablo de lo nene ni de lonfermo, ni de lo viejo. Al contrario, decía Luvi, todo lo que trabajan tienen el debé de mentené a linválido, a lo niño y lo viejo. Así que uno hace zapato, el otro hace larina, el otro te hace el pan, el otro va a la cosecha. Y todo lo que hacen se guarda en un galpón. En ese galpón hay de todo: que comida, que ropa, que libro escolare. Todo lo que te podé imaginá. Hasta juguete y golosina pa lo nene, queso é tan necesario como pa nosotro un caballo o un sombrero. Al frente el galpón hay otro que trabaja deso, de cuidadó del galpón. Y entonce yo voy y le digo me da un par de zapato número tal o cual, y el otro pide un kilo de carne y el una onza e chocolate, y el otro un saco porque se le rompieron lo codo. A cada uno lo que precisa. Pero nada má que lo que precisa.
–¿Y si un rico quiere mas cosas y las compra?
Carlucho lo miró con severa sorpresa.
–¿Un rico, dijste?
–Si.
–¿Ma de qué rico mestá hablando, pavote? ¿No te esplique que no hay mas rico?
–¿Pero por qué, Carlucho?
–Porque no hay mas dinero.
–¿Pero si lo tenía de antes?
Carlucho se sonrió y le hizo un gesto negativo.
–Si lo tenía se embromó, porque ahora no sirve má. Pa qué queré el dinero, si todo lo que necesitá lo sacá de galpón. El dinero é un pedazo e papel. Y sucio, lleno de microbio. ¿Sabé lo que son lo microbio?
Nacho asintió.
–Y bueno, sacabó el dinero. Que el que sea sonso, lo guarde, si quiere. Nadie se lo va prohibí. Total, no le servirá pa maldita la cosa.
–¿Y el que quiere sacar del galpón más zapatos?
–¿Cómo má zapato? No entiendo. Si necesito un par de zapato voy al galpón y listo.
–No, te digo si uno quiere tres o cuatro pares.
Carlucho dejó de sorber el mate, admirado.
–¿Tre o cuatro parre, decí?
–Si, tres o cuatro pares de zapatos.
Carlucho se echó a reir con ganas.
–Pero, ¿pa qué necesita tre o cuatro pare si no tenemo má que do pie?
Es cierto, a Nacho no se le había ocurrido.
–¿Y si alguien va a la galpón y roba?
–¿Roba?, ¿Para qué? Si necesita algo se lo pide y se lo van a dá. ¿Está loco?

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Sobre pobres y circos..................
Abbadón.............
Ernesto Sábato.........
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No necesitamos mas genios de la economía y la política mundial. No necesitamos mas técnicos especializados, egresados de las universidades mas caras del país.
No necesitamos mas especulación, ni bolsas de comercio.
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Necesitamos otro tipo de cosas: honestidad, solidaridad, sentido común, igualdad.
Solo eso, tan simple… y tan difícil de conseguir.
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3 comentarios:

Unknown dijo...

Un resumen socio-politico de la forma en que solo Sabato podria hacerlo.

Siempre me parecio uno de los pasajes mas interesantes del libro, junto con el momento en que se discute la existencia de Dios y el abismo de paranoia en el que se entrega cuando cuenta su pasaje por la ciencia.

Que simple lo plasma, que simple parece, pero que lejos estamos...

Abrazos pibe

Anónimo dijo...

Pero ayer hablamos del dìa del "hijo del dueño" pagado por los mismos empleados del patròn y ahora me salìs c èsto? que lo pariò!

Huerto dijo...

De qué libro es ese fragmento, che?